REGRESO.

S/T. E.Muntañola.

Te tapabas la boca al hablar

como si estuvieras fumando,

como si quisieras esconder tus dientes,

como un depredador sin mancha,

arrepentido,

y el límite de tu mano

dejaba ver el límite de tu boca

venida de la muerte.

El destierro te cruzó el alma de arriba abajo,

te facturó la piel,

la esperanza, el olvido

te encerró en la plaza del sueño

donde crece la arena y la mar amarga.

Yo miraba hacia adentro

para verte los pliegues,

-lo que no me decías-,

con la mansedumbre de quien te quiere bien

y no teme nada tuyo, ni se impone.

Y la noche que caía ya en la calle

te quería llevar escaleras arriba,

enredaderas abajo,

tornasoles sin luz

más allá del lugar de mi mirada.

Una palabra apropiada, un gesto,

la humedad de la lluvia, el adiós rápido,

la esencia

de que otra vez

no llegué a tu alma.